La clase obrera

Se rozó la machada en Vitoria en un partido muy estudiantesco (96-92). Por todo lo que aconteció, lo que debió acontecer y por cómo se resolvió. El Estu compitió de tú a tú ante Baskonia en casi todos los minutos, y solo el trío arbitral, los puntos de Giedraitis y la calidad de Henry, por ese orden, impidieron la victoria en el Buesa.
La lucha de la clase obrera contra el sistema, como en la misma Historia, estuvo llena de obstáculos y enemigos con nombres y apellidos.
Jordi Aliaga, Jorge Martínez y David Sánchez.
Yasmina Alcaraz, Francisco Araña, Alberto Baena, Vicente Bultó, Martín Caballero, Fernando Calatrava, Luis Miguel Castillo, Antonio R. Conde, Carlos Cortés, Andrés Fernández, Fabio Fernández, Juan Carlos García, Joaquín García, Iyán González, Daniel Hierrezuelo, Benjamín Jiménez, Roberto Lucas, Sergio Manuel Rodríguez, Vicente Martínez, Esperanza Mª Mendoza, Carlos Merino, Alfonso Olivares, Juan de Dios Oyón, Arnau Padrós, Oscar Perea,Miguel Ángel Pérez, Emilio Pérez, Carlos F. Peruga, Jacobo Rial, Cristóbal Sánchez, Rubén Sánchez, Alberto Sánchez, Rafael Serrano, Javier Torres
y Raúl Zamorano.
Los tres primeros y los otros tantos son muy malos. Partamos de esa base: el arbitraje ACB es lamentable. Opinión extendida entre el aficionado, por mucho que la ACB quiera limpiar su imagen. Opinión confirmatoria a nada que cualquiera se ponga a ver un partido. Malos, para todos y contra todos. Alguno se salvará (y que me perdone), pero son excepciones.
Los tres primeros, ayer, fueron especialmente horribles y, lo que es más grave, especialmente parciales. Sé que habrá una parte notable y totalmente respetable de aficionados colegiales que no estarán de acuerdo con este señalamiento y con los que comparto que primero hay que defender y luego buscar excusas. Pero a los que les digo que la reiteración de los hechos es, cuanto menos, sospechosa.
Además, permítanme desahogarme, porque lo de ayer alcanzó un punto exagerado, casi marciano. Por lo que pitaron y por cuándo lo hicieron. Mala suerte para ellos: si te equivocas, y además lo haces reiteradamente en un corto espacio de tiempo y cuando el partido se está decidiendo, atente a las consecuencias.
Al Estudiantes no le dejaron ganar en Vitoria. Si Baskonia hubiese despegado, otro gallo cantaría. Pero no: los obreros colegiales -Vicedo y Djurisic a la cabeza- remontaron el partido contra viento y marea, hasta que la tempestad fue impracticable.
Con olas del tamaño de seis metros, representando antideportivas que caían de un lado (Avramovic) pero no del otro (Henry a Barea). Porque de una falta similar (lateral, sin buscar balón) se aplica un criterio distinto. Olas que parecían ocultar la pintura donde acampó Fall (pasos incluidos) en la primera parte y Diop en la segunda, sin penalización de tres segundos en zona a ninguno de ellos.
Olas tan extrañas como que los árbitros paren una jugada tras rebote ofensivo de Estudiantes porque hay un jugador del Baskonia en el suelo pero luego no le obligan a cambiarle.
Olas de esas que te pillan de frente y que no te esperas, como la cuarta falta de Delgado que cumple una doble función para las escuelas de baloncesto: cómo defender a la perfección con los brazos arriba, y cómo hacer el ridículo con un silbato en la mano.
Ese golpe fue el más duro. Fue provocado en un momento donde Estudiantes estaba a tiro de posesión de Baskonia, a falta de tres minutos. En todo el meollo, vamos. Y el pobre Ángel que levanta los brazos y escucha, como siempre, ese silbato. Ese sonido que debe sufrir de manera permanente en su oído. ¿Hay otro jugador con menos respeto arbitral que Delgado? Ya está bien.
Esa indigna personal era el colofón a dos minutos de festín arbitral. Dos antideportivas y dos técnicas. Una a Jota -que debió montar el pollo en rueda de prensa como aquel día en Badalona- y otra a Barea por insultar al «público» en un partido sin público. Alguien le dijo algo y el puertorriqueño contestó. Si me apuráis, puede considerarse hasta técnica al equipo local, porque nadie más que directivos y staff deben estar en pista. Y en esa zona del campo no hay ni palco ni banquillo. Por no hablar de que el sujeto en cuestión se trata de un irrespetuoso del tres al cuarto y con, probablemente, alguna responsabilidad orgánica y/o funcional en el Baskonia.
Barea, la única voz
Le defenderé a capa y espada porque es el último en llegar (Laksa, no te enfades) y, pese a ello, es el único que habla claro sobre la constante disparidad de criterio arbitral que sufre, partido tras partido, Estudiantes. El único al que parece importarle (al menos en público).
¿Cómo es posible que nadie del club diga nada? No digo proclamar un robo a los cuatro vientos e ir al Tribunal Constitucional, pero un breve «oye, hasta aquí. Respeto a estos jugadores y a esta institución, con más años en la primera división que el 97% de los equipos ACB. Haced, árbitros, autocrítica y reconoced los fallos clamorosos, como hacen vuestros colegas en la NBA».
No caerá esa breva.
Ayer los números también hablan por si solos: 29-10 en tiros libres, el Estu no lanzó NI UNO en toda la segunda parte, en la que Baskonia cometió la friolera de seis faltas. ¿Cómo se justifica eso? «Los tiros libres dependen del juego». Sí, pero no tanta diferencia ni en tantos partidos. Nos pitan en la cara y nos la pintan ya de paso.
Pues JJ, al que insulta «el público» en un partido a puerta cerrada -ya me suena hasta gracioso- delante del colegiado, acabó harto, una vez más. Es el portavoz, el obrero más reivindicativo, pero su lucha constante con los colegiados repercute directamente en su juego. Cuanto más grave es, peor juega. Y sus minutos en pista en el último cuarto no ayudaron al Estudiantes. Todo lo contrario: el equipo entró en una espiral de enfado, precipitación y angustia. Lo habían conseguido.
Y eso que hubo partido hasta el mismo final. La lucha obrera ya saben, no descansa.
Pico y pala
Que jugadores menos habituales tomen responsabilidades ofensivas en momentos cruciales es una gran noticia para este Estudiantes. Una plantilla que afronta la recta final de la temporada con muchas bajas y achaques. Con jugadores mermados físicamente, aún en adaptación al entrenador y a sus ideas, cada día, eso sí, más y mejor asentadas.
Por eso que ayer Vicedo (17 puntos-23 de valoración) y Djurisic (15-17) lideraran al equipo indica el grado de comunión de esta plantilla. Todo además ante un Euroliga, en el que posición por posición hay un abismo de nivel y calidad con respecto al Estudiantes. Para enmarcar, especialmente, el tercer cuarto (17-25). Una maravilla ver a Edgar en plan francotirador desde el triple (5/6, ¿su mejor partido en ACB?) y a Nemanja posteando a la antigua usanza, con más valentía que calidad pero con excelente resultado. Es lo que tiene el trabajo duro.
Aunque para obrero, el capataz Delgado, que registra una media de 254 rebotes por partido en el último mes y medio. Ayer enganchó 15 y ocho de ellos ofensivos (todo el Baskonia capturó seis). De ese trabajo vivió Estudiantes y nos hizo disfrutar con un equipo peleón y aguerrido.
Lástima que lo malo para fuera, pues no (vaya hit ese, por cierto). Porque el Estu sigue siendo un equipo sumamente fácil de superar, que concede mucho atrás, independientemente de ir o no a la línea de personal. Giedraitis (34 puntos, 38 de valoración) estuvo imparable y Henry decidía cada jugada, a cual más valiosa. Poco que hacer ante eso.
Últimas notas
Mención para Arteaga y el castigo que le mete Jota por su desconexión defensiva. Seis minutos y al banco: no volvió a salir. También hubo toque de atención personalizado en un tiempo muerto a Avramovic, que lleva unos partidos bastante flojo en ataque, aunque el cabreo del míster fue por varios errores defensivos, graves y continuados, de la primera mitad.
En el apartado de ni fu ni fa, Roberson, que se fue hasta las 10 asistencias pero firmó un 1/6 en tiros de tres, raro en él. Quizás las molestias de su rodilla tuvieron algo que ver. Sola, que acumuló 16 minutos más de aprendizaje pero no pudo detener a Henry; y Martins Laksa, que anotó un triple pero se le vio perdido en los esquemas, como es lógico y normal. Pero tiene buena pinta y puede desatascar algún partido que otro.
Cumplidas las dos salidas difíciles, Tenerife y Vitoria, en las que el Estu debió salir con una victoria si las circunstancias hubiesen sido normales, llega el Betis a Madrid. El domingo, misa habitual a las 12:30. Denominar al partido como Final, tal y como está el ambiente, se queda corto.
Estudiantes y obreros, a por ellos.
Fotos: A. Bouzo / TD Systems Baskonia
¿Crees que los árbitros fueron un factor determinante en la derrota de ayer? ¿Hay que centrarse en defender y dejar de protestar? ¿Piensas que ganamos al Betis el domingo? ¡Os leemos en los comentarios!
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