La última bala

Publicado por Victor Plaza en

Corren tiempos de guerra para Movistar Estudiantes. Guerra interna en un equipo que no gana desde finales de marzo. Guerra al ver amenazada su posición de privilegio. Guerra con soldados caídos. Guerra que pierde a cada batalla, en la que retrocede y se intenta refugiar en trincheras hace tiempo maltrechas. Guerra contra los elementos, contra todos y a la vez contra nadie. Guerra sin munición, con tan solo una bala en el cargador.

El disparo, además, debe ser certero. De lo contrario, el Estu desvelará su posición: débil, mal planificada y a la luz de recibir él los disparos del otro, que tendrá que esquivar para salvar su vida. Al francotirador se le intuye silencioso e infalible. Él, que viste de azul, no ha sido ninguna de las dos cosas. Lleva llamando la atención mucho tiempo, jugando con fuego, al borde de fallecer. Y el final está cerca: si el bando contrario acierta de pleno, la herida será mortal.

El tirador está con la cabeza en otro sitio, y con las piernas en las últimas. A la falta de efectivos se suma un General que tira con lo que tiene pero que está atascado en sus planes. Los suyos han dado varios pasos hacia atrás: ha vuelto el individualismo, la precipitación y la improvisación. Lo que no vuelve es la defensa, porque nunca llegó.

Bilbao carga el arma, a todo esto. Cinco balas, nada menos. Muchas, quizá demasiadas, como para ser positivos. Está chunga la cosa, no hay que engañar a nadie. Las dinámicas hablan por si solas, y las caras largas tras la batalla de ayer, también.

Una tristeza generalizada que ya estuvo instaurada durante el juego. La sensación era evidente: el Estu, por mucho que estuviera a dos-tres puntos de Obradoiro, iba a perder. Porque solo sumaba Avramovic y, si acaso, Delgado a cuentagotas. Porque Barea metía una él contra el mundo y fallaba cinco, porque el mundo siempre gana, salvo en los cuentos.

Contar contamos triples. De Obradoiro, claro. Qué manera de enchufar, con y sin defensa colegial. Ante eso, poca contestación posible. La primera parte fue la mejor de las dos, porque el Estu intentaba cosas diferentes en sus ataques. No con absoluto éxito, obviamente, pero sí con oficio y tensión. Luego desapareció todo y luchar por el partido se convirtió en algo fuera del guion establecido.

Por no ver no vimos ni un intento de zona para apaciguar las certeras embestidas de los gallegos. Lo que sí fue visible fue el 55% de acierto de los de Cuspinera en el tiro libre. Quince puntos se perdieron desde la personal. Quin-ce. 15. ¿De qué narices vamos?

Los nervios, a medida que avanzaba el partido, crecieron. 25% en triples es una buena muestra de ello, y de cómo Obradoiro volaba en cada lanzamiento. Un equipo y otro; un mundo y otro. El de la impotencia y el de la alegría, pues ellos ya están salvados.

Pese a todo, numéricamente estábamos en el partido. Ahora, solo Avramovic era garantía de puntos, pese a su enorme desgaste físico. Poco más allá de él: el Estu no tiene bases (que valgan a día de hoy, me refiero), ni aleros que penetren, ni pívots consistentes -Delgado aparte-. Bueno, qué os voy a contar, si a estas alturas ya sabemos todos cómo está el percal.

El único nuevo, Sakic, poco pudo hacer. Llegó literalmente hace unas horas a la capital. Tú y yo conocemos más a esta plantilla que él, que es el que tiene que jugar. Pues dio oxígeno a la rotación y poco más.

Mucho más delito tiene Alec Brown. Muy sintomático que tirara su ÚNICO triple a falta de 30 segundos para el final del partido. Cualquier canterano, Stoilov por ejemplo, suma más que el norteamericano a día de hoy.

A este respecto, y con una plantilla tan mermada, sorprende los pocos minutos que da Jota Cuspinera a Víctor Arteaga, y más con Brown a ese nivel tan deplorable. Ayer el español jugó menos de cinco minutos, y Sakic 22. ¿Tanta diferencia, de verdad?. Da que pensar.

El (no) efecto Jota

Hablando del entrenador, el efecto Jota se diluye a cada partido que pasa, y ya son muchos los que se preguntan si fue acertado relegar a Javi Zamora. En números, Estudiantes tiene papeletas para descender a falta de una jornada, en la que no depende de si mismo. En números, Jota no ha mejorado a Zamora e incluso el su equipo es aún más fácil de atacar. A favor de Cuspinera: él no confeccionó esta plantilla, y las lesiones le han golpeado de manera drástica. La fila de no disponibles en los últimos partidos es casi tan larga como la que ocupa el banquillo. Eso también son números.

A estas alturas, no daremos muchas vueltas: hay que ganar a Burgos el viernes 21 de mayo, y esperar que Bilbao no gane cuatro o cinco partidos. Si el Estu cae ante los de Peñarroya, sería necesaro que Bilbao no sumase más de tres victorias, ya que el basketaverage, por fortuna, sonríe a los madrileños.

Como en la guerra, igual valen los disparos que aciertes como los que falle el rival. El problema es que el cargador del Estudiantes última una bala, y Bilbao está listo para una metralleta.

 

Fotos: J.Pelegrín

 

Categorías: El Día Después

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