Un banco triste
Mientras se graba la quinta y última temporada de la Casa de Papel, Estudiantes protagoniza el primer tráiler. No hay acción ni suspense, hay descontrol y personajes grises que se van estancando en sus papeles. Hay dinero que uno mismo desperdicia rápido para que cuando entren los ladrones no quede nada. Y, sobre todo, hay un final abierto repleto de dudas.
Pustovyi y Mirotic andaban de risas en el micro de la tele, y en segundo plano, un Javi Zamora con cara de pocos amigos. Su equipo acababa de perder de manera clara ante el Barcelona. Previsible en la forma, pero no en el contenido.
«El orgullo y la actitud son innegociables en este club», declaraba, ya en su turno de palabra. Debió ser la mesa de negociación y su posterior negación al descanso, porque tela marinera hasta entonces. Orgullo y actitud fue lo último que vimos.
Los primeros ladrones fuimos nosotros mismos. Nótese que no está entrecomillado, pero como resumen del partido no hubiese estado mal. Si el majestuoso Palacio es la casa de la Moneda y Timbre (por cierto, edificios vecinos en Madrid), los jugadores del Estudiantes entraron como un elefante a una cacharrería y nos ‘robaron’ el partido y la ilusión del mismo.
El cambio como castigo
El rodillo del Barcelona fue más efectivo en nuestra alfombra, plana y sin obstáculos. Un juguete en sus manos. Un rodillo infalible que no permite errores. Muchos se cometieron en defensa por falta de ayudas, de piernas, de GANAS. Y los de Jasikevicius trasformaron el aro en una piscina. En diez minutos, 5 de 9 triples de Mirotic, 2 de 2 de Abrines, más otras tantas canastas interiores. Un destrozo de los de época.
La reacción del banquillo consistió en los llamados cambios de castigo. Jugador que comete un error flagrante, jugador que coge botella, toalla y se sienta. A poder ser, lo más lejos posible del enojado entrenador. Le sucedió a Arteaga primero, a Gentile después, y a Brown. No se caracteriza Zamora por ser un entrenador paciente en las rotaciones. Hay cosas positivas de esa gestión, pero limar la tensión no es una de ellas. En un ambiente caldeado de por si, los cambios de castigo no hacen más que añadir más leña al fuego.
Leña y falta de confianza en el jugador. Es que si fallo, me voy al banquillo y no juego. Como todo en la vida, los excesos son malos, y Zamora castiga velozmente sin dar tiempo a que el equipo entre en dinámica. Y luego hay que maquillar, claro…
Stop the count
Estudiantes no ofreció nada nuevo y así se convierte en un equipo previsible. Que si la zona 3-2/2-3, que si los cambios pequeño/grande sí o sí y bajo cualquier circunstancia, que si la presión zonal a toda cancha…el Barça se lo tenía estudiado y no tuvo muchas dificultades en afrontar los sistemas. ¿Hay cierto atasco táctico? Me temo que sí.
Ese es un mal repetido, el de los rebotes no tanto. Ante Joventut ya se perdió esa guerra, pero hasta entonces Estudiantes mantenía unos notables registros reboteadores, defensivos y ofensivos. Eso parece que ha acabado. La sección de baloncesto del Barcelona cogió quince rebotes más en la primera parte (12-27), y los mismos ofensivos que todo el Estudiantes.
Pero la de fútbol hubiera cogido más también, porque hubo varios que capturaron casi a la altura de las piernas de Messi. Luego gesticula Gentile. Pero cierra primero, por favor. Los ladrones robando su propio banco, prueba número X.
La diferencia aumentaba sin ningún tipo de pudor. Y sin visos de detenerla. Los tiempos muertos apenas solucionaban problemas, y el tono era bajo, apático, triste. Para el Barcelona fue un entrenamiento con rivales. Stop the count, Saras.
El partido fue tan malo que casi no se pueden sacar conclusiones individualizadas. Fue un desastre global, un día negro. Porque te pueden ganar (y así lo hicieron) en calidad, acierto, técnica, táctica, etc. Pero si donde Estudiantes puede y debe competir, que es en actitud, intensidad, valentía, no comparece, la conclusión es simple: tiene lo que merece. Y en este aspecto, la excusa de los pocos minutos de entrenamiento de esta semana (a causa de las pruebas de Covid-19), se queda con un recorrido válido muy pobre.
Movistar Estudiantes mejoró lo suficiente como para realizar una segunda parte digna. Si en la nefasta primera, el único que sacó la cara fue Avramovic, ahora se unía alguno más. Brown estuvo acertado desde el triple conforme el Estudiantes movió mejor la pelota y, sobre todo, aumentó la intensidad en pista.
También en el banquillo y en los tiempos muertos. Ahora sí, todos con voz contundente, puños arriba y ánimos encendidos. Cuando el río suena, es más fácil. Pero cuando no hay agua (cada vez más habitual) también queremos ver un minuto de fuerza y carácter del staff, y no brazos en jarra y voces que son susurros.
El fin del robo y un debate
Un acercamiento lento pero constante al Barcelona, aunque los colegiados aguaron cualquier lejana esperanza en la remontada. Qué nivel, Maribel. Qué arbitraje más bochornoso, inadmisible para un nivel de ACB. Los tres del silbato fueron los tres últimos ladrones que entraron en un banco, por suerte, ya vacío.
Y aunque no pudieron robar la victoria, la intención es lo que cuenta. Se inventaron una serie de faltas consecutivas que acabaron con técnica a Zamora. Imaginen, si no vieron el partido, cómo sería el atraco para que el banquillo colegial por fin protestara de verdad, y no en murmullos.
Las tres armas principales del asalto, por orden: una antideportiva a Djurisic que le valió la expulsión, al puntear un triple de Mirotic en el que el trío consideró, post Instant Replay, que el pie del ala-pívot colegial ocupó el espacio de Nikola al descender. ¿Os acordáis de Pachulia con Kawhi Leonard, en una acción parecida? No pitaron ni falta: el mundo al revés.
La segunda: una personal inexistente de Delgado. El pobre, que va alocado y comete faltas de manera habitual, por fin defendió un posteo sin manos, con los brazos arriba. Y falta al canto. ¿De qué, por dios? Han pasado horas, aún la recuerdo, y todavía me produce un enfado considerable.
Y la última, una fuera de fondo muy clara que también pitaron favorable a los azulgrana. Ni revisaron la tecnología, no tocaba. En fin, tristes protagonistas de un partido que, por suerte para ellos, ya estaba sentenciado y se jugaba sin público. En caso contrario, ya saben: ¡i-i-invasión!
Y por último, el debate que abro aquí: ¿a favor o en contra del maquillaje en los partidos?
Para mi, en general, en contra. Suelen derivar en el olvido de los males que te han llevado a esa situación, y si se vuelve recurrente se transforma en un vicio de conformismo y mediocridad. El maquillaje está ahí, pero no debe ser mencionado ni utilizado como excusa ni argumento.
Ahora, si se usan los minutos perdidos en dar entrada a chavales o gente que necesite confianza, adelante con el maquillaje y lo que venga. En ese sentido, debutó Rubén Domínguez (17 años). Valiente pero sin suerte en todas sus acciones.
Si además, el maquillaje y las buenas sensaciones (aunque sean improductivas) tienen continuidad al inicio del siguiente partido, luz verde. Eso nunca se puede saber hasta el primer cuarto del partido consecutivo, pero por historial del Estudiantes, cada encuentro es una guerra muy distinta al anterior.
La fecha de la siguiente, domingo 15 de noviembre. Hora: 17. Lugar: Burgos.
Fotos: J.Pelegrín
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