El día (D)espués: cuento conocido
No sé si también te pasa a ti. Cuando Estudiantes compite y está a punto de ganar a un grande, te vienes arriba, y ves el pasado por encima de hombro y el futuro menos negro. ¡Que hay mejoras, oye!
Pero luego llega el día siguiente…y la realidad te atrapa. Por eso el por qué de esta sección. Lejos de crónicas en caliente, es un análisis más sosegado. Y no hay buenas noticias en general: Estudiantes está como siempre, empezando un cuento del que ya sabemos el final.
Espejismos por doquier
Claro que fue un encuentro distinto a cualquiera de los disputados antes. Claro que el Estu realizó los mejores minutos de temporada en la primera mitad -lo cual no era muy complicado-. Claro que los jugadores se vaciaron, compitieron de tú a tú ante el campeón de liga.
Claro, claro.
Pero llega el primer golpe. Has marcado un 56% de tus triples…y pierdes. Revelador, descorazonador. Con porcentajes realistas de un día cualquiera, Estudiantes nunca hubiera estado en este partido. Si Roberson (inmenso) no se hubiera reencarnado en Stephen Curry, Baskonia no hubiese tenido problemas para agarrar la victoria. Has apostado por una realidad sobredimensionada. Y ni por esas.
Conocemos el cuento: qué bien compite Estudiantes contra un grande en casa (hoy con público se hubiera ganado), y cómo se desinfla en el siguiente partido, en la visita a un rival que sí es de nuestra liga. Ojalá nos equivoquemos en este sentido.
Espejismo de partido. Cuarto por cuarto, los de Zamora fueron empeorando. Qué gran inicio. Qué buena decisión la zona 2-3 con ajustes. Y qué tarde se quitó. Baskonia aprendió la lección de la primera parte y solo tuvo que esperar al reloj para tomar las riendas del partido con parciales de hasta 0-12 a su favor.
A nadie sorprendió. Llamadme escéptico, ¿pero iba a mantener el Estu el ritmo y el juego de la primera mitad?. Nada que objetar en ese tiempo, más aún cuando Jackson se había roto la muñeca el día anterior (2-3 meses de baja) y Avramovic se caía del quinteto por unas molestias durante el calentamiento.
Y el Baskonia campeón enfrente. Y se compitió. Bravo, pero se agrandó el espejismo. El 75-102 de valoración es de mayor validez que el 84-86.
A ocho metros
Dejamos las cosas buenas -que también las ha habido- para el final. Seguimos con el método que no funciona. Seguimos con decenas de manos a manos en cabecera que llevan a Avramovic y Roberson a jugarse una chufla a ocho metros del aro. Hoy encima han entrado (21 y 26 puntos, con cotas del 63% en triples en la primera mitad)…y aún así pierdes.
No jugamos en la pintura. No tenemos ningún jugador para ello. Los bloqueos -muchos de ellos- se hacen sin sentido aparente, sin ganar ventaja, que es para lo que se han inventado. Lo de correr y el contragolpe, seña de identidad, sigue sin aparecer.
El cuento se repite jornada tras jornada: con Arteaga y Brown, Estudiantes sufre mucho en defensa. En cuanto Delgado adquiera más experiencia y Djurisic guste a Zamora, deberá cambiar la rotación en la pintura. Meritocracia.
Nueva normalidad, pero no para todos
Vivimos en un mundo que ha cambiado de unos meses a esta parte. ¿Para todos? ¡No!, un grupo de valientes árbitros resiste ahora y siempre al ‘invasor’. Pero al contrario que Asterix y Obelix, ni son héroes ni son buenos.
Zamora lo expresó en rueda de prensa e hizo bien: el criterio arbitral sigue desajustado. Como en 2019, 2018…Baskonia lanzó 19 tiros más que Estudiantes. Que no es casualidad, partido sí, partido también. Para mayor gravedad, esta vez ni el Instant Replay ayudó. Los colegiados se apresuraron a decretar canasta válida un lanzamiento de Baskonia que estaba fuera de tiempo. Fueron a la revisión, y ni por esas. Restaba menos de un minuto para el final…otro detalle significante para decantar un partido igualado.
La última jugada
Se juntaron todos los males. Desde un tiempo muerto en el que Avramovic le dice al entrenador que si quiere defender al 100% saque mejor a Vicedo que a él, hasta la propia jugada defensiva. Dovydas Giedraitis se emparejó con Henry, que tenía la señal del clutch en la cara. Claro, se fue fácil. Por supuesto, Arteaga llegó tarde y mal a la ayuda. Quizá la canasta ganadora más fácil en años.
Y mientras, el tío más alto de la historia de la ACB (2,24m), sentado en una silla. ¿Habría cambiado la película si Koumadje se planta en medio de la zona en esa jugada? Pues quizá no, pero ha fichado para instantes como ese. ¿Pero si lleva dos días aquí? Sí, pero para defender 10 segundos una situación tan clara de 1×1 hasta la cocina, le da. Fallo del staff técnico.
Los famosos brotes verdes
Si pierdes contra un Euroliga de dos puntos, algunas cosas habrás hecho bien. Obviando el irreal porcentaje de triples, qué jugón es Roberson. Se puede hinchar a puntos y ya ha demostrado durante su carrera que lo de hoy puede ser una rutina para él. Anotó 18 de sus 26 puntos en el último cuarto.
Mejoró Edgar Vicedo, aunque Estudiantes sigue necesitando un alero como el comer. Pero el capitán estuvo más atento, ayudando permanentemente en el rebote. Volvió la versión asesina de Avramovic, con un discurso similar al de Roberson. A Estudiantes no le da con tener a sus dos pistoleros en racha. No con tantas carencias a la vista.
Punto a favor para Koumadje. Debut (3 minutos) y sensación de que puede ser importante en determinados momentos (si le ponen). Y por supuesto, el debut de Diego Alderete en ACB. A Zamora se le puede achacar muchas cosas, pero dar oportunidades a los chavales, no.
Solo el tiempo dirá si esta derrota servirá para algo, o será una más. Si el haber luchado hasta el final -aunque sea gracias a una realidad impostada desde el perímetro- subirá la moral de los jugadores y aumentara su confianza. Aquí se puede observar diferencias con otros años: parece haber equipo, y que todos van a una pese al 0-3 que ya se cierne sobre el club. Urbas Fuenlabrada, tan necesitado como nosotros, espera el próximo domingo (12:30).
Fotos: J.Pelegrín
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