De piel gélida
Para romper maldiciones deben suceder cosas extraordinarias, fuera de lo común. Movistar Estudiantes llevaba trece años sin triunfar en el Fernando Martín. Ayer se jugó sin público. Ayer a un chaval de 20 años no le tembló la mano para anotar tres tiros libres a falta de dos segundos. Ayer ganó el Estu (81-82). Ayer fue día de cosas paranormales.
¡Y qué subidón, joder! Es lo que tiene ser de un equipo que apenas gana. Que cuando lo logra, la victoria vale por cinco. Y si es en un derbi igualado ante un rival directo, por diez.
Se jugó así, así. Más mal que bien. Más Estu, más de lo mismo. Pero había que ganarlo para insuflar confianza, autoestima, creencia, esperanza. Aunque sea por la mínima ante uno de los peores equipos de la competición.
Al Estu se le achacaba luchar los partidos pero perder los finales. No saber jugar esos minutos. Por momentos así fue. Por momentos Estudiantes se vio nueve abajo en el marcador y regresaban los fantasmas. Pero la piel gélida de Aleksa Avramovic y Dovydas Giedraitis superó a los 28 puntos de Trimble y al empuje del Fuenla. Para desgracia suya, para desahogo nuestro.
Una sentencia clara
Había pistas del delito pero ayer se confirmó. Fue incontestable: el Estudiantes juega mucho mejor sin Brown en pista. Alec te puede dar un día grande, de un 70% en triples y puntos a mansalva. Pero en el resto de fechas, ni mete ni defiende. Zamora le puso en 16 de los 20 primeros minutos del partido. Después salió un par al inicio del tercer cuarto, y ya no volvió.
Y el Estu fue hacía arriba desde entonces. Ángel Delgado progresa adecuadamente. Sobresalió en defensa, en contraposición con el estadounidense. Desde ahí creció el Estu y se atascó el Fuenla, que había atacado con demasiada soltura hasta el descanso.
Delgado imprimió otro tono atrás y contagió al resto. Se recuperaron, por ejemplo, dos activos nacionales. Víctor Arteaga estuvo inmenso y muy acertado en el primer cuarto, y con mejoras evidentes en defensas. Y Edgar Vicedo, que tantos ‘palos’ le hemos dado aquí, realizó su partido más serio en mucho tiempo. Así el capitán sí es un jugador más que aprovechable: visible en los dos aros, sin fallos, atento en coberturas, apoyando en el rebote. Es imposible no sumar así.
Volvió el amigo Gentile y no ha cambiado nada. En lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. O le odias o le quieres. Se puede jugar un 1×1 con floppeo, miraditas al árbitro y air balls tirando hacia atrás. O puede ser imparable en el posteo con su característico tiro, alimentar de balones a los interiores, demostrar su IQ. El italiano sabe jugar a esto, tiene clase y talento. Cuando la cabeza le respeta, es un top de esta liga.
Intento de robo
Ganó el Estu pero ya decimos que el partido discurrió por unos derroteros ya conocidos. En el tema arbitral, también. A Koumadje no le dejaron en pista más de tres minutos y no le permiten nada. Qué culpa tiene él de medir 2,24. Y al pobre Roberson le cosieron a manotazos (Bellas), mientras que a él y a Cvetkovic no le pasaban una. Aunque la jugada a señalar es la lucha que pitaron los colegiados en el último minuto. De traca, va en el siguiente párrafo.
Un balón suelto, y tres jugadores del Estu que no se lanzan a por él, que manda narices por otra parte. Al final lo hace Aleksa junto con Trimble. El francotirador del Fuenla está tumbado en la línea con más de medio cuerpo fuera. Literal. Y los del silbato pitan lucha. Lo grave es que apenas se protestó desde el banquillo colegial, desde donde también se ganan partidos. O pensaron que se había señalizado otra cosa. Pero es grave, ACB. Y esta vez no vale la excusa de que había bombos y tambores de señoras amenizando la mañana en Fuenlabrada.
Zamora, el bien, el mal y el final
Igual que el Estu vivió dos partidos en uno, Zamora también. Una primera parte a expensas del Fuenla, en la cual Paco García observó las múltiples carencias estudiantiles y atacó la pintura. No daba con la tecla con un quinteto de garantías. Cambios constantes y la minutada de Brown que ya hemos comentado.
El entrenador rectificó después de vestuarios. Protagonismo para Delgado, galones para Avramovic, minutos para Vicedo. Con esa columna se levantó Estudiantes. Además, las rotaciones disminuyeron, y al equipo pareció sentarle mejor esa distribución.
Si algo sobre todo se le achaca a Javi Zamora es su gestión en los minutos finales. Esta vez mantuvo al equipo estable, tan solo introduciendo a Dovy y el cambio habitual de los bases. Interesante para el futuro la posición de Gentile como 4, al lado de Arteaga (con el que parece entenderse muy bien) o de Delgado.
Avramovic había tomado responsabilidades y se había jugado casi todo, pero el último tiro fue para Giedraitis: Roberson asistió y al lituano le hicieron falta en la esquina a falta de 2,2 segundos. Al tiro libre por primera vez en el partido. Pim, pam, pum. Los tres dentro. Sin pestañear, limpios, besaron la red. Este chico está hecho de otra pasta.
Al final, la última defensa, que nada tuvo que ver con el día del Baskonia. Esta vez no hubo desajustes ni falta de ayudas. Se la jugó Paco García al par de Arteaga, Upshaw, que giró a cinco metros y erró.
La celebración fue total, con Aleksa Avramovic corriendo al banquillo a festejar con Javi Zamora. El serbio había estado más fallón que de costumbre, pero estaba en pista para jugarse la última. Confianza mutua lo llaman.
LA IMAGEN.
Vence @MovistarEstu y Aleksa Avramovic corre como un loco a abrazarse con su entrenador.
Compromiso.
Después de 13 años Estudiantes vence en Fuenlabrada. pic.twitter.com/btBluvbzpi
— Ignacio Ojeda (@IgOjeda) October 4, 2020
Una bocina final que despertó sentimientos calientes, de euforia, de rabia. Nada que ver con aquellos que habían decidido el partido. La sangre fría de Cacak, en el corazón de Serbia. O la piel aún más gélida de los bosques de Silenai, a 10 kilómetros de la capital de Lituania, Vilna.
¿Entienden, verdad?
Fotos: Alba Pacheco
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