Alma a la fuga

Publicado por Victor Plaza en

Se escribe este texto sabiendo que el enfermo acaba de entrar en urgencias. Se puede salvar, pero los ánimos, ahora mismo, no invitan al optimismo. Hay otra prueba clave en cinco días. Esa será la definitiva. 
Se busca alma pérdida. Se busca a un equipo que hasta hace nada daba muy buenas vibras. Se busca jugar y, especialmente, saber jugar los partidos trascendentes. Se busca el ascenso directo. Se busca y se puede encontrar. No está lejos. Concretamente, a dos puntos o más de victoria en Coruña.

Pero claro, una cosa es buscar, con toda la ilusión del mundo, y otra encontrar. Más difícil después de un camino lleno de obstáculos. Lesiones y sanciones primero, falta de juego segundo, pérdida de ganas, tercero.

Un trilema que golpea con fuerza cuando más duele. El Estu jugó ayer el peor partido de la temporada (y de años) en el peor momento posible. Con todo a favor: dos partidos contra rivales directos, y el primero en casa. Con cierto descanso tras las ventanas. Con mucha preparación previa. Con flamante fichaje.

Con todo pero sin alma desde el minuto uno. O, más bien, con el alma marchándose a cada fallo, de tres, de dos y de un punto. Anotamos nuestro primer tiro libre al octavo intento. Faltaba mucho partido, pero déjenlo, no hay mejor reflejo posible que ese dato.

Burgos nos pasó por encima, por debajo y de costado. Sin hacer un partido brillante, pero el baño gélido fue apabullante. En pista y también en el banquillo. Encinas se comió a Rivero, más desesperado y frustrado que nunca. Yo le entiendo, pues sus jugadores se pasaban por el forro las indicaciones de los tiempos muertos. Si no bloquea nadie (eternos 1×1), se pide un tiempo para especificarlo, y en la siguiente jugada…eternos 1×1 de nuevo. Pues entiendo el cabreo.

Del mismo modo, el Estu no tuvo la intensidad defensiva que sí mostró su rival, que se paseaba con sonora facilidad entre la línea defensiva colegial. Apenas se hicieron faltas. Apenas hubo ganas de luchar, de no permitir canastas sencillas del rival.

Lo que no entenderé tanto son las rotaciones. Ayer hubo miedo. Hubo mierda. Hubo que sentar mucho antes a Carrera, absolutamente ido. Ni siquiera protestaba. Como que le daba igual. Él fue la punta de la lanza de la desfachatez, de la pérdida de alma.

Rivero y los minutos. Nada funcionaba. Ristic, que llegó el miércoles a Burgos, nos hizo familia numerosa, y estábamos avisados. No le dimos el fondo. No llegaban las ayudas. Ni Nzosa por peso ni Larsen por cansancio pudieron con él. Hasta con Carlos Suárez al cinco lo intentamos. Nada, no había manera.

Pero miremos en nuestras filas. El bajón físico y mental de varios jugadores es evidente. No solo de Carrera. Leimanis no está. Wintering tampoco (pese a las minutadas). Y no son nombres cualquiera. Son gente que sin Francis ni Dee debieran dar un paso adelante. Y parecía las primeras semanas. Espejismo en el momento clave. Luego a otros como a Sergio Rodríguez ni está ni se le espera, pero tampoco se le corta.

Por Dee ha llegado Frazier, que hasta ayer tenía un 47% de triples. Tiró tres, metió uno y pese a todo fue de lo poco salvable. Con su llegada, el Estu renuncia a cualquier otra cosa que no sea 1×1. No es Dee, que no necesitaba balón para generar. Así que talento pero solo una bola en juego. Papelón para Rivero.

Alta tensión

Hay una cosa digna de estudio. El Estu, supuestamente favorito al ascenso directo, vuelve a pifiar un partido grande como un equipo chico. Como un conjunto asustadizo, tremendamente tensionado. Ante tu gente. Pues no puede ser. No es de recibo.

No entró nada. No hubo formar de encadenar tres acciones consecutivas de cierto mérito. Dos defensas, un ataque. Dos ataques, una defensa. Nada. Y encima, si se lograba una personal, el aro era minúsculo. Así sangraba Estudiantes y Burgos, sin ser nada del otro mundo, únicamente se encargó de ir, punto a punto, cimentando su ventaja hasta llegar a ser sonrojante para los locales.

Murphy y Wintering, gente fija para Rivero, personificaron ayer como ningún otro esa tensión no deseada. En defensa y sobre todo en ataque, con mucho tiro liberado errado. Quizá debimos ver más a Ferrando, aunque Rivero intentó todo lo posible. Nada, no era el día (se fallaron siete de cada diez lanzamientos intentados).

El único que cumplió ayer fue Larsen, que ofensivamente tiene más recursos que nunca. Cierto que Rivero le busca con asiduidad. Pero claro, el danés acaba fundido y le cuesta mantener el nivel en defensa. Y el otro cinco en Nzosa, que también lleva una racha curiosa…de mala, digo. No hay más pívots en plantilla.

Burgos, martillo pilón, aumentó distancias y ganó también el average, que era de cinco puntos. Los nuestros bajaron los brazos. Caras largas, miradas vacías. Sin orgullo y el alma volando.

Y bueno, para cerrar las penas, sirva un tuit como resumen del ambiente de ayer, que supongo que todos los que habéis leído hasta aquí entenderéis.

 

Tan lejos, y tan cerca

Las lesiones, es una obviedad, están rematando a un equipo que prometía solo victorias. Ya es mala suerte que sean los dos escoltas, pues seguramente era la posición mejor cubierta de toda la plantilla. Pero las lesiones forman parte del juego.

El propio juego, con su calendario, es caprichoso. Porque si este texto rezuma negatividad (no podía ser menos), una victoria en Coruña lo cambia todo. El Estu se la juega el viernes como nunca antes (y esto sí que no es exageración). Si se pierde, Coruña tendría dos victorias de margen + average, y hasta Burgos y Tizona podrían adelantarnos. Game over al ascenso directo. Pero si se gana, empataríamos a victorias con Coruña y probablemente líderes con el average (que está en 1 pto). Es decir, depender de nosotros para lo que queda de temporada.

Y aunque ahora lo de «depender de nosotros» suena mal y da hasta pavor -conociéndonos-, estoy seguro que una victoria en la mismísima cancha del líder el viernes es un golpe brutal a la clasificación. Un «aquí está este escudo» que tanto echamos de menos ayer.

Fotos: Movistar Estudiantes

 


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