Y así siempre
Treinta y cinco minutos muy oficiosos del Movistar Estudiantes ante la sección de baloncesto del Real Madrid. Treinta y cinco de trabajo y esfuerzo que no dieron recompensa más allá de coger ritmo para la final de este miércoles. Treinta y cinco en los que el Madrid tuvo que sudar y apoyarse en sus dos armas más determinantes (Carroll y Tavares), junto con una pizca de suerte que, por supuesto, fue esquiva a los colegiales. Ayer daba lo mismo porque las hazañas no son frecuentes y, por ende, no obligan. Pero lo del miércoles será otro mundo.
No esperen un análisis muy detallado, ni muy extenso: no toca. El derbi siempre es un partido especial, y siempre suelen pasar las mismas cosas. El Madrid gana y el Estu le compite hasta donde los factores externos e internos permiten. Uno de cada quince partidos se gana. Y siempre se eleva la actitud, la tensión y la intensidad de los nuestros. Y siempre, siempre, en el siguiente partido todo vuelve a la mediocridad. ¿Por qué?. Hay tiempo para remediarlo, incluso con este apretado calendario.
Empecemos por lo importante, que no es lo de ayer, si no lo del miércoles. Visitamos Gipuzkoa en la primera (pero no única) final por la permanencia. Ahí sí que hay que ganar por obligación. Por lo civil o por lo criminal, como se suele decir. Es Acunsa quien marca el descenso a fecha de hoy. No hay excusas para no vencer.
Fue curioso comprobar como ante el Madrid sucedió lo contrario de lo habitual: mala salida de Estudiantes y crecimiento con el paso de los minutos, anulando incluso el fantasma del tercer cuarto. La química banquillo-pista fue una constante y otorgó regularidad al equipo, con menos desconexiones que de costumbre.
Con la actitud de ayer el Estu iría sobrado a Gipuzkoa. Más aún a poco que entren los triples (aquella única arma al inicio de temporada). Ayer vimos defensa ante jugadores superlativos como Carroll. Ayer vimos cómo se carga el rebote ante un jugador como Tavares (diez más cogió Movistar Estudiantes). Y ellos ganaron porque son muy buenos, porque no perdonan un tiro liberado ni el mínimo error defensivo, porque la diferencia con los nuestros es enorme, inalcanzable. No es un partido para sacar conclusiones.
Nada de eso sucede el miércoles. Hay que aprovechar el empuje del derbi. Y lo bueno, mantenerlo. Por ejemplo, las nuevas prácticas ofensivas. Son ya dos partidos consecutivos buscando balones al poste (hasta hubo un aclarado para Arteaga, Iker Jiménez apuntalo), siendo Djurisic el principal beneficiado, dando muestras de su valía más que suficiente como jugador de rotación en este equipo. También Vicedo mejoró y supo llevar a su par al poste.
Coinciden estos nuevos aires ofensivos con la llegada de JJ Barea, que debe mejorar sus porcentajes pero que ha traído algo de criterio al loco ataque del Estudiantes. Su conexión con Delgado provocó un socavón en la defensa del Real Madrid, disminuida sin la presencia de Tavares.
Eso no resta un ápice al generar de Barea y al ejecutar de Delgado. Éste es, sin lugar a dudas, el jugador más en forma del equipo. Un pívot de los que ya no hay. 10 puntos, 11 rebotes. Comprometido, luchador y con más colmillo ofensivo partido tras partido. Un pilar básico, una pieza fundamental para Zamora. Compañero, de los que hace piña y afición. Más de una ovación se hubiera llevado ayer. Fuck Covid.
Margen de mejora
En este página somos más optimistas que el sábado, pero no negamos las múltiples carencias que sigue adoleciendo el equipo. La primera y más urgente, el acierto exterior. 29% ante Zaragoza, 17% ayer. Inasumible en el baloncesto moderno donde el triple es básico y genera una ventaja diferencial.
Y en este punto, pues habrá que mirar a los tiradores. Avramovic bastante hace sobre la pista, lo que le provoca un desgaste constante, y sus tiros no son los más fluidos posibles. Esa responsabilidad, ese monopolio de los ataques provoca que sus registros de acierto hayan bajado al son del equipo. De John Roberson hemos hablado largo y tendido: irregular y previsible. El rival, normalmente, le vale con pasar el bloqueo por arriba para impedir su tiro, que sin duda es el más efectivo de la plantilla.
Pero si hay un jugador fuera del plantel es Alec Brown. Un jugador cuyo principal y casi único valor es el tiro de tres…y no marca ni a una piscina. Ni en parado ni en bote. Ni solo ni punteado. Y tal y como esta diseñada la plantilla, su papel es importante.
Y aunque Barea es un soplo de aire fresco, el abuso del 1×1 sigue presente y, con ello, la previsibilidad de los ataques y el consiguiente ajuste del rival sobre el hombre destacado, normalmente Avramovic. Seguimos pendientes de saber cómo van a repartir el balón cuando Gentile se recupere totalmente, y coincida con Barea y Aleksa en pista. En vicisitudes como esas se jugará la temporada el Estudiantes.
Más cosas, ya sabéis que sin un orden concreto: ayer por fin Adams Sola jugó más de un minuto consecutivo. Defiende una maravilla, rol necesario ante estrellas rivales, pero todavía no sabemos cómo es su mecánica de tiro, ni si hace buenas o malas penetraciones. En ataque con Sola el Estu juega con uno menos. Y es una pena porque el canterano trabaja y trabaja. ¿Falta de confianza en si mismo?
Con respecto al arbitraje, el de ayer no me pareció del todo malo, en comparación con otros anteriores. Pero solo les diría a los tres colegiados que si Tavares ha hecho tres faltas es culpa suya y de nadie más. No es necesario salvarle y no pitarle la cuarta en dos ocasiones en la misma jugada. Realmente era un momento clave y sin él el Madrid ya había mostrado su debilidad. Esas dos faltas habrían significado su cambio automático. Es un hecho. El resto solo es basketficción.
En este campo, a destacar la mala suerte de ayer. Cuando más apretaba el Estu, cuanto más se acercaba al Madrid, más escupía el aro los tiros liberaros de los colegiales. Y ellos, ya sea Caseaur o Abalde, no erraban ni una (48% en triples el Madrid). El día que arbitraje, suerte y por supuesto, buen hacer de los nuestros, coincidan, yo no sé qué va a pasar.
Focus, focus
En el GBC. En el próximo miércoles a las 20:30.
Ganar sería un balón de oxígeno absoluto antes del parón copero. Perder supondría un tortazo de realidad y podría traer consecuencias estructurales en esas semanas.
La ficción, ya saben, a veces supera a la realidad.
Fotos: J.Pelegrin
1 comentario
Capitán Ahab · 08/02/2021 a las 09:53
Necesitamos un entrenador que pegue un grito de vez en cuando y no se dedique a decir frases que quedan muy bien en camisetas. Prefiero un buen grito en el primer cuarto a un “until the fucking end” cuándo ya vamos perdiendo de 12… no hay sistemas, no hay rotación clara, hay jugadores totalmente perdidos, otros infrautilizados y algunos que deberían estar cortados hace jornadas (léase Brown).
De Vicedo ya no esperamos nada, con tal de que no reste, como suele ser el 90% de los partidos ya nos conformamos. La eterna promesa que no ha dejado más que un destello o dos en partidos puntuales y totalmente intrascendentes. Menos fortnite y más entrenar, Edgar.
Aúpa Estu!