Torre y media

Publicado por Victor Plaza en

Vivimos momentos extraordinarios. El Estudiantes lleva tres jornadas consecutivas ganando, algo que no se veía desde hace más de dos años. Tan inaudito como juntar en la misma plantilla a uno de los bases más bajos de la liga – John Roberson, 1’80 metros- con el jugador más alto de la historia de la ACB – Christ Koumadje, 2’24 metros-. Su unión fue la principal causa del triunfo colegial en Sevilla. Frente a la Giralda, torre y media.

Empecemos por el final.

Uno se fue del encuentro con extraña sensación. Se esfumó una ventaja de 13 puntos y se acabó sufriendo hasta la bocina final. Por muy poco casi la lía Gentile y los colegiados. Pero por muy poco. Suerte que Avramovic taponó la última, porque si no el palo hubiese sido muy duro.

Hubiese sido el descenso precipitado de un vuelo prometedor en el que viaja Movistar Estudiantes. Por eso el casi tropiezo deja alguna sospecha y baja al equipo a la tierra. No se van a ganar todos los partidos como contra Gran Canaria. Es más, no se van a ganar los partidos, no como hecho rutinario. Cuanto antes lo sepamos, mejor.

Por lo tanto, la victoria por la mínima es importantísima por partida doble. Se gana espacio con el descenso y, además, pone en alerta al equipo.

Qué más queréis

Hay que ser vinagre para no ver progreso en este equipo. Madurez. Y me explico.

Cualquier temporada pasada, este partido se hubiera perdido. En estos campos se jugaba y se juega el Estu la permanencia, no contra el Barcelona ni el Madrid. Y aquí, normalmente, se perdía, a veces sin pelear si quiera. Pues ahora, con la intensidad que Zamora comanda, no solo se gana, si no que se domina. Solidez y madurez que se fabrican con victorias sobresalientes como la del jueves, y sufridas como la de ayer. Se jugó mal y se ganó: ¡es un privilegio de equipo grande!

Estudiantes tuvo el control en la segunda mitad, en los minutos calientes. Se despegó del Betis y si no llega a ser por los árbitros, los de Segura ni se acercan. Porque esa es otra, el arbitraje. Madre mía los tres tiros libres que le pitan a Gentile. Madre mía esa antideportiva en medio campo. Claro que el italiano, hoy fuera del partido, no tenía que haber metido la mano ahí, ¿pero cómo pueden pitar antideportiva?. Si es como medida anti-Covid, te lo compro.

El jugón

Zamora sorprendió son Adams Sola de titular, cuya función fue pegarse a Feldeine. Hubo éxito, aunque el coladero llegó por otro lado. Ndoye nos hacía familia numerosa en la pintura, sin que nuestros interiores pudieran imponerse. La Torre tenía que haber salido antes a pista. Luego hablaremos de ella, por supuesto.

Antes, el pequeño: Roberson. ¡Dios que espectáculo!. Crea de la nada, le ponen los tiros complicados. ¡Y qué efectividad!. Es un extraordinario fichaje que te resuelve partidos como el de hoy. Además, le da igual estar en la primera mitad o en la segunda. Va a punto por minuto siempre.

Bajo el paraguas ofensivo de Roberson, Estudiantes mejoró, aunque siempre fue a remolque del Betis. Las sensaciones no eran malas, y el trabajo no se negoció. Eso es una enorme diferencia con respecto a otros años. Hay grupo, hay buen rollo y hay intensidad. Es sin duda la mejor carta de este cuerpo técnico. La presión zonal a toda pista funcionó en varias ocasiones, las suficientes como para otorgar confianza cuando los tiros no entraban.

Estamos en segunda parte ya. Movistar Estudiantes subió un peldaño defensivo, pero bajó cuatro en el otro aro. Cuatro o seis, como las pérdidas de balón de Gentile, hoy en su versión más habitual: la del crack pasota, la de la cabeza loca y la lentitud andante. El inicio del tercer cuarto fue horrible para el italiano, y Betis se escapó un poco.

Apareció Avramovic tras disfrutar de pocos minutos en la primera mitad. El Estudiantes no estaba jugando bien, pero no peor que el Betis, que contaba además con varias bajas importantes.

El efecto

Abocado a un final igualado, un factor inesperado hizo acto de presencia: Christ Koumadje. No por iniciativa de Javi Zamora, si no por necesidad (cuatro faltas de Delgado). Y ya saben el dicho, de la necesidad, virtud. Aquí y en Chat. F para el Betis (los más jóvenes lo entenderán).

Koumadje lo cambió todo. En lo palpable, tiros del Betis a más de dos metros de su defensor. En lo mental, el miedo, el pánico y el terror que evidenciaba el rival. El pívot fue diferencial en los dos aros. Sus compañeros supieron encontrarle en el momento justo, cuando el desajuste defensivo del Betis era nítido.

Y es que no hay antídoto ante un jugador de 2’24 metros. Menos si se le protege con una zona 2-3 que Estudiantes demuestra muy trabajada, fruto de esa intensidad ya manifestada. Ahora queda suponer que Zamora se ha dado cuenta de lo que tiene entre manos. De ese factor tan necesario y exclusivo. Un arma defensiva y un jugador aún por explotar. Debe jugar más. Debe aumentar la competencia en la pintura. Ojalá dure mucho aquí.

Por cierto, fue sentarle (y a Cvetkovic-¡qué defensa-) y empezó la debacle ya escrita, ‘gentiladas’ incluidas. Se perdieron 18 balones en total, once más que el Betis. Y se ganó: definición de Estudiantesco. Para otra vez, por favor, respetemos una de las máximas en todos los ámbitos de la vida: si algo funciona, no se toca.

Vikingos, temblad

3-3 en medio de una clasificación demencial entre partidos aplazados y demás historias, pero el Estu que funciona y viene el Madrid (próximo domingo, 18:30). Sin presión, con confianza y en el mejor momento posible: con un Madrid renqueante y con nosotros lanzados y el anti-Tavares activado. Nunca el cielo antes de un derbi estaba tan despejado; el vuelo debe continuar.

 

Foto Koumadje: J. Pelegrín; Resto: M. Ángeles Rodríguez


0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *